martes, 22 de mayo de 2012

NO ES PUNK ESA CRÍTICA

1.

Considerar que el soporte determina el proceso de escribir o de hacer crítica implica someter el ejercicio de la crítica a su total adelgazamiento (o a un nuevo y delirante formalismo). De esta forma, tomar la crítica como determinada por su soporte implica o bien que ese soporte ejerce sobre nosotros un efecto hipnótico, de abducción (tecnófila) o bien que un interés de otro tipo (mercantil, etc.) nos condiciona tanto a la hora de leer como de escribir. El ejercicio de la crítica, tal y como lo concibo, tiene por el contrario un eje más simple: la determinación de su contenido no puede venir condicionada por el soporte, sino por la apertura de significados, por la apertura de lecturas que aporta (esa crítica) sin considerar que ninguna de las posibles posiciones frente al texto o la obra de arte es LA verdadera. (Nada nuevo, por otra parte) Un símil psiquiátrico. Paul Watzlawick escribía hace ya años: “Lo verdaderamente ilusorio es suponer que hay una realidad “real” de segundo orden y que la conocen mejor las personas “normales” que los perturbados psíquicos”. He ahí la cuestión: considerar que existe una manera correcta de leer/ver una obra, excluyendo o degradando toda otra lectura, delata una apuesta cerrada del sentido crítico. Esta manera correcta de leer es la que emplea (empleaba) la crítica académica de tradición clásica. (Recuerdo ahora cómo Menéndez Pelayo tildaba de mediocres en su momento a Wordsworth y a Coleridge, y que su poesía ramplona a nadie podría interesar.) La manera de considerar la crítica consistía (¿consiste para algunos?) en un ejercicio basado en criterios morales del tipo X es bueno // X es malo. Para juzgar así se partía de un a priori: se podía saber objetivamente qué era lo que hacía a una obra buena y a otra mala. ¿Es necesario volver a esto? ¿No es una historia demasiado vieja para que retorne con nuevo rostro?
Frente a esto, José Luis Brea expresaba certeramente lo siguiente: “El objeto de la crítica no es nunca la verdad”, porque tal cosa —en el marco en el cual nos movemos— no existe. Lo que sí existe —y lo que entiendo por crítica— son producciones de lenguaje que tienden a aceptar que las obras irradian sentidos en muchos niveles. Brea, de nuevo: “Toda crítica malinterpreta —o lo que es lo mismo: dispersa el significado. Debemos pensar la crítica como dispositivo diseminador, como maquinaria de proliferación de sentido”. La crítica, por tanto, no es una máquina de producir verdad, ni es promulgadora de juicios de valor totalitarios. Dicho esto, y volviendo al principio, el problema —parece evidente— no reside en el soporte. Ya sea en papel o en la red, la crítica no pierde su potencialidad. Al contrario, la amplifica. Ahora bien, el problema reside, desde mi punto de vista, en el momento en el cual determinada crítica en Internet —la que en un momento denominé kitsch— recoge los viejos esquemas decimonónicos. Estos esquemas metodológicos son bañados con un soporte nuevo: la red (bajo la idea de que este soporte transforma por sí mismo el ejercicio crítico, el cual es tomado, paradójicamente, como desvelador justiciero), y con un lenguaje provocador (¿?). Pero sobre todo recupera la vieja idea de la verdad, la trasnochada imagen de lo bueno y lo malo, una marcada teoría-fobia, etc. Uno de esos blogs es claro al respecto: “Los criterios de este blog son sencillos: dice la verdad. Su ética es sencilla: ser modesto con los modestos y altivo con los altivos”, o el tono redentor de un “denunciar todo aquello que pueda hacer daño al libro”, que leemos en otro blog. Dicho de otro modo, el núcleo del asunto reside en el instante en el que el crítico pretende que sigamos sus ideas/creencias no por el contenido de las ideas recogidas en esa crítica sino por el modo apasionado/desasosegado/salvífico con que el crítico las defiende. Esto es: pensar que el medio y el tono condicionan y desvelan una verdad oculta de la que ellos son fieles guardianes.

2.

[Recientemente en una entrevista (que se publicará pronto) me preguntaban sobre la fractura de las jerarquías y, por tanto, de toda autoridad, que supone la red. Mi respuesta fue algo así.]
            “La ruptura de jerarquías siempre es buena, y la fractura del concepto de autoridad lo mismo. Pero al instante, si lo pensamos, la siguiente cuestión es: ¿sobre qué horizonte nos situamos? Es decir, si no hay horizonte (académico, jerárquico, autoritario, etc.) sobre el cual contraponer la crítica —lo cual me parece perfecto— hay dos salidas: el mercado o el propio lenguaje. O someterse al efectismo del mercado (y su exigencia clerical de lo bueno/malo), o bien considerar que el lenguaje, el desarrollo de la teoría como herramienta, los argumentos, la posibilidades de hibridación, etc., son el camino. Mi opción es esta segunda apuesta. La primera, la opción kitsch, se basa en puro efectismo, acto conservador, conchabado consciente o inconscientemente con el mercado (que necesita este efectismo), que conserva de la vieja crítica académica una gruesa fobia a la teoría que se mezcla con un tono enrollado (supuestamente claro y directo). A su vez, aunque no lo pretendan, recogen el tono de autoridad que pretenden superar. Son el nuevo “recurso de autoridad”.
Por otra parte, no es una critica punk lo que proponen, aunque quisieran serlo, e incluso así se definan. Obvian que el punk suponía una total fe en el sinsentido de las cosas, y de ahí su carácter (auto)destructivo y nihilista. El rechazo a la existencia de una verdad es punk, la idea de que existe objetivamente una verdad a descubrir es más bien kitsch. Dicho de otro modo: los Ramones son Punk, las camisetas de los Ramones en H&M son Kitsch”.

3.

El problema en definitiva no está, creo, en el soporte, sino en el modo de enfrentarse al ejercicio de la crítica. Podemos de nuevo leer a Brea: “su trabajo [el de la crítica] es por tanto videncia, producción visionaria, pero a la contra. No se trata en él de hacer visible lo oculto, sino al contrario de mostrar las causas por las que todo marco de comprensión del mundo genera una zona de exclusión, de ceguera. El trabajo de la crítica no es visibilizar nada, sino hacernos comprender que en todo aquello que entendemos se perfila, por contraluz, todo un mundo otro que se nos escapa”.
 No es un problema de democratización de la crítica sino de cómo en Internet existe una progresiva tendencia (por parte de algunos blogs) a lo conservador en el método (¡insisto en que es una cuestión de método!), cuando parecía que su destino era lo opuesto. Una mayor facilidad/accesibilidad para opinar no implica una mayor apertura de significados, no implica una irradiación mayor de sentidos. O eso parece por ahora. Repito: no es un problema del soporte, aunque de uno y otro lado, desde una y otra oposición, así les interese verlo. Internet no es el problema, todo lo contrario: puede que incluso (no lo sé) sea la oportunidad para la crítica.



8 comentarios:

santiago gerchunoff dijo...

Me parece que los ramones ya solo son punks en el recuerdo de los ex-jóvenes rebeldes...las camisetas de h&m son solo el testimonio del poder mercantil de esa memoria. ¿Vos crees que lo punk es una categoría transhistórica de modo que siempre en toda época se podrá distinguir lo auténtico punk de lo falsariamente punk? En todo caso la búsqueda teórica de la autenticidad punk hoy me parece un gesto de lo mas tierno. Por no hablar de la idea de una "crítica literaria punk" a la que se llegaría además dando rodeos intelectuales de lo mas solemnes. Sí, quizás la solemnidad es una nota distintiva eterna de lo no-punk y en ese sentido estoy de acuerdo en que esos blogs que se declaran comprometidos con la verdad son bastante tristes.

bue, da para seguir, pero hay que currar un rato

saludos desde valleKas, reino inmortal de la rebeldía!

Alberto Santamaría dijo...

Hola Santiago, sí, estoy de acuerdo contigo. Hay cierta ternura en eso de un "punk esencial", qué le vamos a hacer. Simplemente quería señalar que si el punk tuvo alguna característica (aunque ésta fuese transitoria) era su negación de una imposición acerca de la verdad. Por lo demás, el tema del punk -referido sólo a lo musical- daría para mucho más que un post. Mi idea era solo cuestión de simil. Y de cuestionar esa idea de autoetiquetarse como punk por parte de cierta crítica.
saludos y gracias por tu comentario.

José M. Martínez dijo...

Hasta que no seamos capaces de pensar más allá de las categorías de crítica 'conservadora' y crítica '¿progresista?', seguiremos haciendo crítica conservadora... saludos

Alberto Santamaría dijo...

Hola José, no he tratado de oponer conservador vs. progresista, sino de apuntar hacia un modo de hacer crítica que recupera viejas fórmulas bajo nuevos ropajes. Creo que no se trata de tirar de dicotomías, por lo demás poco útiles, o eso creo.
saludos
y muchas gracias por tu visita
alberto

Ácido Girls dijo...

Estamos perfectamente de acuerdo. No se trata de el soporte y esa es aún una dicotomía por conquistar. Quienes dicotomizan, por otra parte, son aquellos que se oponen. "Desde el otro lado" -el oscuro, siempre el oscuro- aceptamos TODO en cuestión de soportes. Porque lo que importa es, ante todo, lo que se diga. El cómo, si es una reivindicación, también merece la pena.
En cuanto a la "esencia punk"...toda melancolía es comprensible. A nosotras también nos pasa y pecamos de vintages...pero aceptamos, nuevamente, todo tipo de referencias. Ese es el espíritu punk.

Ácido Girls dijo...

podrías aconsejarnos blogs de arte/imagen interesantes?? mas aun si tratan estos temas!

Clément Cadou dijo...

Hola,
Con el respeto debido, quisiera decir que, en mi opinión, te metiste en un lío conceptual al denominar kitsch al tipo de crítica criticada en tus dos textos. Creo que, por ello, los debates y reacciones suscitados por ambos artículos han derivado, en parte, en una suerte de logomaquia inconducente. De todos modos, tus textos me interesaron, aunque no comparto buena parte de lo que en ellos sostienes. Saludos.

Alberto Santamaría dijo...

Ácido Girls, muchas gracias por vuestra lectura! y en breve espero corresponder con esa lista.
C. Cadou, no sé si es cuestión de lío. en mi cabeza lo tengo claro y creo haberlo expresado conforme lo he reflexionado. De todos modos también creo que la cuestión no es simplemente terminológica, aunque haya quien quiera verlo así. En cualquier caso, el no estar de acuerdo es también una forma -quizá la mejor- de profundizar en las cosas. Saludos y gracias por tu visita.