viernes, 27 de febrero de 2009

ELENA MEDEL SOBRE PEQUEÑOS CÍRCULOS, CALLE 20


Pequeños círculos, poesía que peina 'la peluca de las cosas': sobre cómo una reunión de imperfección desemboca en la existencia ideal

El recuerdo del «sonido gaseoso» del cuerpo de una vecina suicida estampándose contra la acera se amplifica, años después y «en la única mesa libre del restaurante», al coincidir en el oído con el «sonido seco y doloroso como una botella de champán barato al ser abierta». Alberto Santamaría (Torrelavega, 1976) ata cabos en un poemario de riesgo que combina la reflexión metafísica con la expresión posmoderna, atiende a los deseos de Rimbaud y es «absolutamente moderno».

Creador ante todo, pero también filósofo, ensayista, editor literario y coordinador de la revista Nadadora —sí, por Family—, Santamaría combina citas de Hellacopters y Lou Reed con referencias de Luis Felipe Vivanco, José Hierro y Samuel Beckett. Una mezcla explosiva, en apariencia, que nos refresca igual que un cóctel en el chiringuito: si todos estos elementos se han incorporado a nuestra rutina, ¿por qué no plasmar todos sus ecos en los poemas?



Un bodegón de fruta que se pudre

Sin prejuicios, sin plantillas, hablábamos de pensamiento, y Alberto Santamaría —ganador con este trabajo del Premio Ciudad de Burgos, que ya había distinguido a autores tan distintos a todos y entre sí como Jordi Doce, Marcos Canteli o Agustín Fernández Mallo— arma en Pequeños círculos un poemario sobre lo excéntrico. «Varios son los lugares de este libro», nos indica la nota de contraportada, que «carece de un tema central o, más bien, su tema son las afueras».

Santamaría se ocupa de aquello que, por mínimo o secundario, nos pasa desapercibido: añade el subtítulo (La tristeza fragmentada de un actor de teletienda) al poema Contarlo es fácil, una naturaleza muerta sobre el fracaso, casi bodegón de fruta que se pudre; se detiene en la visión del espejo de un hotel, y la certeza de que nos aseguramos de su existencia porque nosotros vivimos, y estamos, y lo vemos, y entonces «donde hay espejos es inevitable la vida»; o, de nuevo las conexiones, «el café asciende por el filtro haciendo un ruido similar al del fin del mundo».

Pequeños círculos nos intuye un apocalipsis feliz, «Just a perfect day / Drink sangria in the park», se cierra el poemario. «Si no entiendes algo, puedes hacer que signifique / cualquier cosa», invita el autor, un raro entre sus coetáneos, un poeta que no se parece a nadie, y cuya afinidad electiva más cercana pudiera ser Antonio Luque; y es que el poema Me gustaría conocer cartas íntimas de Falla es puro
Sr. Chinarro.

Mientras nos despierta el sonido de las trompetas de Jericó, pensamos con Alberto Santamaría. Profundidad de campo unas veces con carga narrativa, otras con verso quebrado, pero una poesía que en todo momento tiene los dos pies en la arena: «Deberías haberme visto leyendo a Marx / cuando agosto / divide a los hombres en toallas / y huellas / y las mujeres agotan su calor / en el tierno / infierno / de una naranja».

miércoles, 25 de febrero de 2009

SOBRE PEQUEÑOS CÍRCULOS


Agustín Fernández Mallo escribe en su blog sobre la aparición de Pequeños círculos.  Habla de la relación del libro con el paisaje industrial del que surge. Desde la habitación en la que escribí buena parte del libro se ve algo así:


Y justo al lado, en un día más claro:





sábado, 21 de febrero de 2009

PREMIO DARWIN, 2008


Se me olvidaba. Como cada año se falló el premio Darwin a las muertes estúpidas del año. Este año destaca la muerte de Adelir Antonio de Carli. Ésta es la noticia oficial: "El sacerdote Adelir Antonio de Carli, de 42 años, murió cuando intentó volar atado a mil globos de cumpleaños inflados con helio desde la ciudad de Paranaguá, estado de Paraná, al sur de Brasil, con destino a Dourados, Mato Grosso do Sul, cerca de Paraguay . El día estaba nublado y a poco de despegar se internó en las nubes y nunca más se le vio. Llevaba un transmisor para comunicarse con la gente de tierra y un GPS , pero las baterías del transmisor se le acabaron rápidamente porque había olvidado ponerlo a cargar la noche anterior y el GPS nunca aprendió a usarlo. En la última comunicación que se le recibió decía que no sabía como se usaba el GPS. El cuerpo del sacerdote fue encontrado el 3 de julio, más de dos meses después de su "despegue", en alta mar, por un remolcador de la empresa brasileña Petrobras a 100 kilómetros de la costa de la localidad de Maricá". Hay documentación gráfica: 

domingo, 8 de febrero de 2009

ALEXIS DE TOCQUEVILLE, QUINCE DÍAS EN LAS SOLEDADES AMERICANAS.


Alexis de Tocqueville, Quince días en las soledades americanas, Barataria, Barcelona, 2005

En 1831, Alexis de Tocqueville se embarca con su amigo y compañero de la carrera judicial Gustave de Beaumont camino de Estados Unidos. Quince días en las soledades americanas es un apunte vital y evocador de una extraordinaria frescura que nos permite asistir al proceso de colonización estadounidense. En este caso no el de las praderas del medio Oeste, popularizado y mistificado por el cine, sino el de los inabarcables bosques de la región de los Grandes Lagos. En estos párrafos Tocqueville nos presenta un retrato en el que se entrelaza el proceso de construcción de la sociedad estadounidense con la inexorable destrucción tanto del entorno natural como de las tribus indias que desde antaño lo habitaban. Fascinado por las tierras vírgenes, admira sin embargo el titánico empuje de los pioneros. Se trata de un texto teñido de nostalgia y de un cierto fatalismo en el que se traslucen ya temas radicalmente contemporáneos, como esa preocupación tan actual por la fragilidad de la naturaleza o por la enorme capacidad del ser humano para transformar su entorno.

Un libro, un viaje prionero en eso de recorrer los desiertos americanos. El espíritu del lirbo lo resume así Tocqueville: "Todos los americanos quieren que recorramos las más bellas carreteras y los settlements más antiguos. Nostros preferimos la wilderness y los salvajes, pero no nos atrevemos a confesarlo". ¿De alguna manera será el precedente directo de los viajeros del land art?