martes, 27 de enero de 2009

CUBATAS Y CHAVALAS

Los Salvajes, ese gran y mítico grupo español de lo sesenta, notablemente infravalorado, dejaron una de las mejores perlas del casticismo rock. Preguntados por la clásica relación drogas y rock and roll, ellos, bajo sus gruesos bigotes, respondieron que jamás habían consumidos drogas, aunque eso sí, "cubatas y chavalas, los que quieras".

STASI SECRET ROOMS





Se ha dado la curiosa coincidencia estos días de que la lectura del último libro traducido al español del filósofo alemán Boris Groys, Obra de arte total Stalin, se haya cruzado con la asombrosa y lúcida exposición Stasi secret rooms de Daniel & Geo Fuchs, que hasta finales de febrero se puede disfrutar en el Museo de Bellas Artes de Santander. En ambos casos se entrelazan dos elementos que en la historia contemporánea de los totalitarismos han permanecido unidos: estética y política. Como bien destaca Groys, el mundo que la Revolución de Octubre en Rusia proponía “no sólo debía llegar a ser más justo”, sino que “debía de llegar a ser bello”. Y la belleza exigía orden. Estas ideas son las que parecen recorrer las salas del museo. Imágenes de una belleza ordenada y política de gran hondura. Imágenes que como afirmase De Chirico nos presentan una tragedia de la serenidad, un silencio que parece esconder algo terrible. Un secreto.
El Ministerio para la Seguridad del Estado o Stasi se fundó en 1950 en la antigua RDA. Funcionó como servicio de espionaje interior y exterior y órgano instructor para delitos políticos, pero sobre todo como un aparato de represión y vigilancia por el partido en el gobierno contra los ciudadanos de la RDA críticos con el sistema. La Stasi, que tras la caída del Muro de Berlín y de la reunificación de Alemania, fue disuelta, tuvo casi 90.000 trabajadores titulares y 170.000 colaboradores no oficiales, sobre una población de 16 millones de ciudadanos de la RDA. La pareja Fuchs durante dos años viajó a través de la antigua Alemania del Este recopilando imágenes sobre lo que habían sido las salas de interrogación, las prisiones y otros muchos espacios que usaba la 'Stasi'. Quince años después de la caída del Muro de Berlín, Daniel & Geo Fuchs, localizaron los restos de la estructura física de la Stasi, su aparato de espionaje doméstico y exterior y sus prácticas intimidatorias.
Las imágenes que se hallan durante el viaje y las que aquí nos muestran dejan a las claras una extraña belleza, inquietante sobre todo. Las obras se suceden por las paredes como un documental que nos mostrase un lugar en el cual el tiempo se ha detenido. Aparatos antiguos, sillas, archivos, habitaciones, teléfonos… Todo nos transporta a otra epoca, con un eco siniestro y asombroso. Una gran exposición que merece ser visitada una y otra vez.

(Publicado el 27 de enero en el diario El Mundo, ed. Cantabria)

jueves, 22 de enero de 2009

LA PELUCA DE LAS COSAS

LA PELUCA DE LAS COSAS. LO IGNORADO

Pero lo ignorado también existe en sus pequeños actos. Se trata
de no volver con las manos vacías, por eso traemos vino
y algo de queso para la cena; miramos el rastrillo
que junto a la puerta tienta nuestros dedos, la barba del cartero
que se espesa casi blanca a la altura de la barbilla; medimos nuestra distancia
hasta el cubo lleno de leche
sobre el que un hongo de humo asciende —niebla
que atrae al alto hocico del invierno—. Nos llevamos el vaso a la boca
que luego volveremos a colocar sobre la mesa
con la marca lechosa del sorbo en su filo. Es algo más
que la aparente variación de un músculo. En los márgenes
siempre hay vida, como ves. ¿Quién guardará entonces nuestro secreto
ahora que hemos perdido los billetes de vuelta?
Nada en este lugar nos es familiar. Ni la luz que exagera
sus límites, ni el timbre metálico del carnicero
que afila sus cuchillos alejado ya de su presa. Nada. (No te preocupes,
estás a salvo,
la ola de secuestros no te afectará a ti que comercias
con pequeñas lagartijas de cobre. Pero ¿quién es toda esta gente
que respira dentro de un enorme signo de interrogación?)

Oye, preguntas mientras descifras el número exacto de tu asiento,
¿sabríamos vivir en una ciudad tan común como esta?


(Este poema forma parte de Pequeños círculos, libro que aparecerá en breve en la ediotiral DVD ediciones)

domingo, 11 de enero de 2009

DOS POEMAS DE HENRI COLE



EL ROSA Y EL NEGRO

El mar una copa de negro licor de arándanos.
El cielo de color rosa observándome con tristeza.
La mano que fue mía, inmóvil,
entre episodios de un relato.
El sonido absorbente bajo el agua respirando, escupiendo.
Las burbujas de limo rielando en el mar.
La forma cambiante que llamamos hombre, alzándose liberada,
toda nariz y labios tras un cristal.
Las aletas fluorescentes golpeando contra la piedra caliza
como un abanico español en unas perlas.
Los cuerpos flácidos de los tentáculos rosados, abatidos,
en filas perfectas, colgados del cinturón.
La roca nacarada sobre la que nos sentamos.
La cara adormilada que me miraba.
Los pies cruzados.
La nube entintada, como la secreción de un pulpo,
alejándose en lo alto.
El sol una mezcla blanquiaguada.
La delicada red de ganchillo donde dormían los erizos de mar.
Las grandes púas del que capturé.
El machete, afilado como las palabras de un cura, cortando, cortando.
El intratable mar calmándose y calmándose.
La espalda metálica de algo que escapa,
entrevisto bajo las sombras.
He estado tan solo, hambriento como una serpiente.

AUTORRETRATO CON OJOS ROJOS

Durante todo nuestro affaire de once años,
que se deshizo en actos de placer hasta la muerte
que ahora reconozco como amor, y que luego
siguen orbitando en los sueños más profundos,
en los cuales la memoria, motor de todo,
se regenera, no me importó nada
la vida fuera de las paredes de nuestra habitación.

La mano que borra escribe lo que es real,
y en ello estoy. Amé la vida y ahora veo
que fue una debilidad. Amé los pequeños
nacimientos y muertes que nos ocurren cada día.
Incluso la blanca saliva en tus dientes sensuales
fue espuma del amor, diciéndome: no es cierto,
después de todo, que nunca fueras amado.

(Estos dos poemas de Henri Cole forman parte del libro La apariencia de las cosas, publicado por Quálea editorial recientemente. La traducción es de Eduardo López Truco. Un libro magnífico)