martes, 4 de agosto de 2009

VACACIONES DE MUERTE Y PLAYA (4): CEMENTERIO AMERICANO

Apenas unos kilómetros separan La Cambe, donde se halla el sobrecogedor cementerio alemán de Colville sur Mer donde se encuentra el impresionante cementerio americano. Este cementerio se sitúa en la zona más alta de la playa de Omaha, donde murieron miles de soldados. Aquí, como en el cementerio alemán, había una larga lista de "soldados desconocidos", aunque la inscripción americana, sobre la cruz, tenía un patetismo sentimental mucho mayor que el lacónico y simple "un soldado alemán". EL cementerio de Colville es casi inabarcable. Ese día hacía un tiempo de perros. Nadie paseaba por la playa. Nos dijeron que apenas se bañaba gente allí. Tuvimos que cambiar de playa.







jueves, 30 de julio de 2009

VACACIONES DE MUERTE Y PLAYA (3): CEMENTERIO ALEMÁN


La Cambe es, en apariencia, un pequeño pueblo costero del norte de Francia que vive, fundamentalmente, de la agricultura. Se sitúa en la región de Baja Normandía. Allí se degusta un fantástico licor de Calvados. Es un pueblo tranquilo, con una tranquilidad que roza la tristeza. Una tranquilidad apenas interrumpida por el ruido de un motor lejano. Todo esto en apariencia. La Cambe esconde una especie de secreto, de lugar apartado y reservado. La Cambe vivió en sus carnes la segunda guerra mundial. Muy cerca, a escasos kilómetros, se hallan las conocidas playas de Utah y Omaha. Sin embargo, La Cambe no es conocido por actos de batalla, sino por el resto de esa batalla, por su cementerio. De los cerca de doscientosmil soldados alemanes que murieron por aquella zona, más de diez mil descansan en el cementerio de La Cambe. Un cementerio que ejerce sobre el visitante una extraña sensación. Al entrar en el cementerio, por un pórtico de piedra y metal austero, se accede a un estrecho pasillo, a ambos lados de éste se hallan dos pequeñas salas, en una de ellas hay un par de sillas mientras que en la sala de la derecha encontramos en una de sus paredes la inscripción “Aquí reposan los soldados alemanes”, en la pared de enfrente una mesa y sobre ella un cuaderno abierto para que los visitantes dejen su impresión o su recuerdo. El día que lo visité había algo más. Alguien había colocado un folio plastificado pegado a la pared. En esa hoja había un texto en alemán y una foto de un joven con uniforme militar. El cartel decía así: “¿Alguien sabe dónde está este soldado? Friedrich Hilgenfeldt, caído el 8 de junio de en Anguerny”. ¿Por qué seguir buscando a alguien 65 años después? Tuve la tentación de investigar el asunto, pero desistí. Luego entré en el cementerio, y la imagen era desoladora. Una extraña sensación invade a todo el que entra en él. Uno sabe que son nazis, que era la peor parte de eso que llamamos humanidad, y sin embargo algo sobrecoge. Sobre todo cuando uno observa las tumbas, escuetas cruces sobre la tierra. Sólo el nombre, fecha de nacimiento y de muerte. Apenas unos pocos de los que pude ver pasaban de los veinte años. Toda una generación alemana muerta. Sólo en ese cementerio, diez mil de los doscientos mil muertos. La mayoría de las tumbas coincidía: nacido en 1926 muerto en 1944. Otras, simplemente: “un soldado alemán”.


vista de una pequeña parte del cementerio

vista a ras de suelo

pablo caminando entre las tumbas de los soldados alemanes



¿dónde está Friedrich Hilgenfeldt?

un soldado alemán


jueves, 23 de julio de 2009

VACACIONES DE MUERTE Y PLAYA (2)

En nuestra ruta de muerte y playa, y mientras iba corrigiendo y revisando de hotel en hotel, de playa en playa, el libro, nos detuvimos varios días en Bayeux. Desde esa ciudad pensábamos visitar las playas del desembarco, donde tantos soldados murieron así como los cementerios de La Cambe y Colville sur Mer. Lo curioso fue que no contábamos con que el hotel donde nos quedábamos, un lujoso Chateau a las afueras de Bayeux, incluyese su peculiar historia, de la que nos enteramos cuando ya estábamos deshaciendo las maletas. Este Chateau fue sede militar de los Nazis durante la invasión alemana. La verdad es que un pequeño escalofrío nos entró al adivinar este hecho. Y lo cierto es que estéticamente el lugar delataba su terrible pasado. Al asomarnos por la ventana, gruesos y centenarios árboles nos saludaban, e imaginábamos —según nos contaron— cómo cientos de soldados murieron a sus pies, donde ahora una pareja inglesa se daba el lote.

vista exterior

vista interior


Salimos del hotel y nos fuimos a Arromanches a darnos un baño entre los restos de la batalla, entre los restos de lo que fue el conocido Puerto Prefabricado que los aliados colocaron para llevar a cabo parte del desembarco.

mi hijo Pablo a punto de darse un cahpuzón entre los restos del desembarco, puerto prefabricado, Arromanches. Playa de Gold.


martes, 21 de julio de 2009

VACACIONES DE MUERTE Y PLAYA (1)


Para el otoño, posiblemente, aparezca un nuevo libro. No tengo título aún definitivo (últimamente me pasa) y es un experimento donde mezclo géneros. No es exactamente una novela. No es exactamente un libro de poemas o un poema extenso. No lo tengo claro. Lo publicará una nueva editorial. Bueno, la cosa es que, como en el libro hay un solo tema: la muerte, para darle el toque final al libro decidí ir con la familia de turismo funerario y playero. Es decir, fundir muerte y baños. Después de investigarlo decidimos que el lugar ideal era Bretaña y Normandia. Hace tiempo que aguardaba el deseo de visitar la tumba de unos de esos escritores que leo sabiendo que nunca acabaré de leerlo: Chateaubriand. Sabía que la tumba de Chateaubriand se hallaba en una isla frente a Saint-Malo, llamada Grand-Bé. Esta isla es la que Chateaubriand veía desde su estudio. Bien, a esa isla sólo se accede cuando la marea baja lo suficiente y puedes pasar andando, el resto del tiempo está incomunicada. Estuvimos así esperando el momento adecuado, como piratas al abordaje, que la marea estuviese baja para visitar la tumba de mi admirado Chateaubriand. La tumba, como buen romántico que era, está al borde de un enorme acantilado. Después de ver la tumba, nos desvestimos y nos dimos un buen chapuzón.


inscripción junto a la tumba

la tumba


el camino

jueves, 9 de julio de 2009

DOS DÍAS EN VAGAR Y LOS BOTINES SANDALIA

Dos días en Vàgar. En Vàgar no hay hotel o al menos eso me dijeron. Antes de llegar contraté un par de noches en casa de la familia Torsen, muy cultos y reservados. En dos días apenas les he oído hablar. Me he despedido de ellos. Lo cierto es que en estas islas lo único disponible es tiempo y paisaje. Vàgar fue importante durante la segunda guerra mundial. Por aquí desfilaron buena parte de las tropas inglesas. Fueron las tropas británicas las que construyeron el aeropuerto. Durante la guerra la población militar fue de unos cuatro mil soldados. Hoy la población ronda los tres mil. Según cuentan la isla tiene forma de cabeza de perro, eso me dijo uno de los pocos tipos que balbuceaba español en el bar del aeropueto, el mismo que se enorgullecía de haber matado delfines en la costa, con un gesto viril. Los feroeses son tremendamente reservados con los extranjeros, lo descargan todo, parece, con las ballenas y delfines. En Vàgar hay tres barrios tranquilos, demasiado tranquilos. Aquí todo el mundo es tan serio que es inquietante, como si ocultaran todos un muerto en el sótano o un oscuro secreto necesariamente sanguinario. He alquilado un peugeot 207. Me apetecía sentirme como en casa. Vàgar se conecta con la capital de las islas, Tórshavn, a través de un moderno y claustrofóbico túnel construido bajo el mar, por el que apenas transitan coches, o esa impresión me dio. A los pocos minutos me hallaba ya cerca del hotel Foroyar, donde pasaré los próximos días. Vistas impresionantes. Muy chic. En cualquier caso los feroeses no dejan de parecer extraterrestres. Me voy a dar un paseo. (Aquí algunos hombres llevan unos extraños botines con la punta descubierta, ¿botines sandalia? He de averiguar este hecho)



lunes, 6 de julio de 2009

De viaje. Llegada a Vàgar.

Atlantic Airways es el patrocinador oficial de la selección de fútbol de Islas Feroe. De eso es quizá de lo primero que te enteras cuando accedes al avión que con destino a Vàgar (Islas Feroe) sale desde Londres. En el avión se sienta a mi lado un anciano francés que huele a repollo. Su voz es pastosa y no soy capaz de entenderlo. Hace frío. Despegamos desde Londres a las tres de la tarde. La duración del vuelo es de dos horas, dice en un suave inglés una de las azafatas. A las cinco una enorme bandera de las Islas Feroe nos da la bienvenida en el aeropuerto de Vàgar. Nos avisaron de que el aterrizaje en la isla sería complicado, y así fue. Acabo de aterrizar y escribo desde la cafetería del aeropuerto de Vàgar, pequeño pero lleno de vitalidad. Su disposición cerca del mar me recuerda mucho al aeropuerto de Santander. En unos minutos me darán el coche que he alquilado para estos días. Tengo la cartera con unas cuantas coronas feroesas. En realidad, la corona feoresa es una triste forma de creerse independientes ya que la corona feroesa es igual que la corona danesa, en realidad estas islas dependen directamente de Dinamarca. Según me cuentan un euro son siete con cuarenta y cinco coronas. Al otro lado de la ventana, un tipo rubio, estilizado y tímido, saca el coche que he pedido.


(aterrizando en Vàgar)

(imagen del aeropuerto de Vàgar)




viernes, 19 de junio de 2009

UN CROISSANT LISÉRGICO CON SOUL GESTAPO

www.myspace.com/soulgestapo

Me pongo la merienda de siempre. Puntual y a las cinco: un café, un croissant y un chupito. La casa está en silencio. Con todo ya dispuesto sobre la mesa me dirijo al equipo de música y pongo un pequeño vinilo. Es entonces cuando empieza a sonar lo nuevo de Soul Gestapo. Me he propuesto esta tarde escribir sobre ellos, pero también hablar con ellos. Pero, ¿cómo? Podría escribir, simplemente, que Soul Gestapo es una banda formada en  2002 y que, tras varios cambios en la batería, hoy está compuesta por Aitor Ochoa, Raúl Real e Iñaki García. Que “Up to you” es su último trabajo. Podría escribir que antes vieron la luz “The Rise of the Soul Gestapo” (2004), “The Second Coming of the Soul Gestapo” (2006) y “Musth” (2007), trabajo con el que lograron la unanimidad de la critica, dando una larga lista de conciertos, compartiendo cartel con grandes figuras de la música y sonando con peso propio en las más importantes emisoras de radio. Podría escribir que hace ya muchos años que conozco a Raúl y Aitor, que crecimos juntos y que bueno, a Iñaki no, pero que desde crío he seguido a todos sus grupos, y eso también crea familiaridad. Y lo más importante, que esta noche, 19 de junio, presentan, a partir de las 22,30, en la sala BNS, “Up to you” (Folc Records), un vinilo que incluye tres temas, adelanto de lo que será su nuevo disco, que aparecerá en otoño. La entrada más el single igual a 9 €. Escucho sus temas una y otra vez. El vinilo gira. Doy un cuarto mordisco al croissant. Me sirvo otro café. Otro chupito. Luego otro café. Luego otro chupito. Entre el vinilo que gira hipnotizante, el croissant lisérgico y el chupito de orujo, la habitación comienza a ensancharse, como dijese Baudelaire (a quien seguramente le gustaría la música de Soul Gestapo). Y mientras todo gira, sin darme cuenta, como si cayese a un pozo, me encuentro rodeado por los tres: Raúl, Aitor e Iñaki. Hey, les digo, precisamente tenía que hablar con vosotros, precisamente tenía que escribir sobre vosotros. Reímos. Me habéis caído del cielo. Les invito a merendar: café, croissant, chupito. El disco sigue girando. Les voy haciendo preguntas, mientras sirvo sus vasos. Y éste es el resultado.

Este disco suena distinto ¿no? Ha habido cierta transformación. “Hemos levantando un poco el pie del acelerador, dice Aitor, e intentamos no quedarnos con una formula determinada o seguir repitiendo la misma canción una y otra vez, a pesar de que, evidentemente, todo siga una misma línea, dentro del rock, el blues, el garage o como lo quieras llamar”. Y añade Raúl: “de todas formas es algo que se puede apreciar más desde fuera”. Les digo que el tema “Up to you”, me gusta, les digo que me cuenten algo del disco. Tras dar un sorbo a su café muy victorianamente, estirando su dedo meñique, Aitor me cuenta que ““Up to you”, es un tema bastante blusero en principio, pero con un desarrollo más nuestro al final”.  Raúl se levanta en ese momento y añade que en la cara B está “”Have some party” que como su nombre indica es un rock and roll fiestero de los de levantar puños y echarse un bailoteo”. Lo representa moviendo levemente sus caderas. “Se cierra  el vinilo, concluye Aitor, con “Lights of Downtown” en la que contamos con ayuda de Hendrik a la guitarra. En el próximo disco aparecerán quizás otras influencias que hasta ahora no habían salido a la luz”. Sí, dice Iñaki: “Una especie de hard-blues, un rock&roll, y una versión de un grupo americano de los 80...”. Ríe. Reímos. ¿Otra ronda? Claro. Les digo que no deja de ser curioso que a pesar de tantas y tan variadas influencias (de Union Carbide Productions a Long Ryders), no se han despersonalizado, al contrario, parece que han hallado su propia seña de identidad. “Gracias, dice Raúl, escuchamos mucha música y variada, no sólo rock”. Y entonces, les pregunto, ¿cuál es vuestra forma de composición? Vuelvo a dar vuelta al vinilo. Muerdo un trocito de croissant antes de continuar. Ahí aparece Aitor. “Depende, dice, a veces llevo el tema acabado a los ensayos y allí le damos forma. Otras veces es sólo un riff de guitarra o una melodía de voz, no sé, es la parte que más divierte, el no saber cómo va a acabar un tema”. Como fan suyo y de los DelTonos hay otra cosa que me intriga, les digo. Están grabando el los estudios Guitar Town, con Hendrik Roever en los mandos técnicos, ¿qué tal la experiencia? “Es una suerte poder trabajar con Hendrik,  dice Aitor, que posa la taza en la mesa, va más allá del clásico técnico que se limita a grabar y punto. Aporta ideas y hace todo lo posible por llevar la grabación a buen puerto”. “En mi caso, añade Iñaki, se trata además de un entorno tranquilo y familiar, pues ensayo habitualmente con Los Deltonos en Guitar Town. Aunque habría que matizar lo de la producción, dice. Creo que la mayor parte de la producción, es  cosa nuestra”.

La tarde avanza tranquila. La habitación sigue ensanchándose conforme la luz va cayendo por las esquinas, por las paredes. Suena el disco y nuestra merienda hipnótica y nuestro diálogo caminan despreocupados. Tomo el sobre del disco y leo Folc Records. “Sí, dice Raúl, es un sello de Madrid que apuesta (por ahora) por bandas nacionales y editan en formato single. La inmensa mayoría de las independientes lo hacen por amor a la música, es puro romanticismo, porque a nivel económico...” En ese momento vuelvo a pensar en el objeto que gira hipnótico e incansable. Sí, un vinilo. ¿Por qué un vinilo? “En mi caso, dice Iñaki, he seguido comprando vinilos, y tengo dos platos giradiscos. ¡¡¡Vinilo siempre!!!, desde el tamaño hasta el sonido. Yo no necesito ahorrar espacio”. Sirvo otra ronda. “Es que para nosotros, espeta extrañamente sereno Aitor, el vinilo nunca ha desaparecido, tiene algo de fetiche para la gente a la que le gusta el rock y del que carecen los Cds. Supongo que la maldita  industria que intentó matarlo, ahora quiere que vuelva, al ser mucho más difícil de piratear”. Esgrime una bella risa brujeril. Reímos mientras observamos el hipnótico girar del disco. Mientras lo escuchamos pienso en que su música suena a ellos mismos. “Siempre hemos hecho lo que nos ha apetecido en cada momento, dice Aitor”. “La moda gira, añade Iñaki observando atento el plato. A veces te coge, y a veces estás totalmente fuera de onda, pero creo que un grupo como Soul Gestapo va en una línea clara y definida, aunque no exenta de evolución”. Y ¿en Cantabria? Antes de hablar ponemos otra ronda, claro. “Sinceramente, dice Iñaki, yo no he visto nunca una escena cántabra. Es fácil decir cuando ha pasado que hubo una "movida" a mediados de los 80, pero yo no  veo muchas diferencias con lo que pasa ahora. En general, a los grupos no les gusta salir de gira y ganar poco dinero, y muchos sólo buscan reconocimiento local”. Sabias palabras. El localismo apesta. La tarde se convierte en noche, y se van acabando los víveres que han convertido la soledad de esta habitación en un buen tugurio. Todo se va difuminando. Antes de que desaparezcan de esta bella aparición fantasmal que han hecho en mi habitación, les pregunto por el concierto de esta noche, por su pasión por el directo. Les pregunto qué esperan. Y la respuesta es “fiesta”. “Que lo pasen tan bien como nosotros mismos cada vez que salimos a tocar”, dice Aitor. “Tocar en directo es lo mejor”, contesta Iñaki. “No hay nada comparable. Del público espero lo mismo que de nosotros.... Sudor y entusiasmo”. Desaparecen mientras la noche se vuelca sobre la habitación como un carro de alquitrán. Antes brindamos, y vuelvo a escuchar  a oscuras “Up to you”. Esta noche. 22,30. BNS. 

[artículo publicado en El Mundo, ed, Cantabria]

viernes, 10 de abril de 2009

SOY UN HOMBRE ENFERMO

De entre mis paisanos, Los DelTonos son de lo más grandes, muy grandes. En su momento éste fue un tema hecho himno, año 1989, creo.

miércoles, 8 de abril de 2009

NOVEDAD EN DVD

Pequeños círculos, novedad en la página de DVD ediciones.

sábado, 4 de abril de 2009

SOY FAN DE MORATÍN

He tenido quince días tan podrido un dedo, que yo creí que me dejaba y se iba a buscar solito el sepulcro, antes que yo le acompañase; pero obligado de mis instancias, se ha quedado conmigo, con la obligación de mudar una uña y ahora estamos ocupados en esa diligencia.

Leandro Fernández de Moratín, en una de sus últimas cartas, poco antes de morir, en 1828.

viernes, 3 de abril de 2009



Matías Miguel Clemente, autor del muy interesante libro Los límites (La Garúa) lleva desde Ciudad Real un programa de radio llamado "Pandémica y Celeste". Pues bien, Matías tuvo la idea, en el último programa, de "mezclarnos" en un extraño diálogo a Antonio Luque (Sr. Chinarro) y a mí para hablar de nuestra cosucas, relaciones estéticas, e ideas comunes. Aquí dejó el resultado y una foto (la más publicable) de una noche de fiesta en Santander con Antonio hace unos meses, una noche de la que el propio Antonio amenaza hablar en su diario de gira que pronto publicará.


miércoles, 1 de abril de 2009

ANA GORRÍA ESCRIBE SOBRE "PEQUEÑOS CÍRCULOS"

Pequeños círculos es un libro sin tema. Es decir, más bien su tema es que la poesía, al igual que la realidad, carece de él. Así, como los rizomas de Deleuze, se suceden amor, anécdotas mínimas, homenajes literarios  y largos poemas sobre un paisaje urbano. Se trata de poner orden al caos a través de la emoción poética.

Pequeños círculos dibuja una pequeña geografía tanto íntima como cósmica, rota y desolada. Finales y principios se confunden en el propio ir haciéndose de la voz en marcha. Se trata de poemas guiados por el deseo, que retratan la vida más allá de su confusa linealidad. Una vuelta de tuerca que se suma a la trayectoria de Santamaría.

Ana Gorría, Público, 7 de marzo de 2009.

domingo, 29 de marzo de 2009

BREVE HISTORIA DE LA SOMBRA

Uno de los libros y poetas más interesantes: Charles Wright.

NOCTURNO DE CHARLOTTESVILLE

El demorado anochecer de septiembre es un tren de pensamiento, una herida
que no sangra, pasto muerto sin morir,
sin renuevos, sin elegancia,
el demorado anochecer de septiembre,
limpio de adjetivos, máxima abstracción y esplendor.

Se ha dicho que hay un final para la asignación de los nombres.
Se ha dicho que todo lo escrito está vacío.
Se ha dicho que los escorpiones danzan donde el lenguaje fracasa y cede.
Se ha dicho que algo brilla en cada oscuridad,
que algo resplandece.

Apoyados contra lo invisible, vencidos asentimos.
El atardecer se asienta sobre las hojas caídas
como alfabeto en el patio de atrás,
desoladas sílabas
nos interpretan y señalan, apoyados contra lo invisible.
Luminosos son nuestros sueños, fuego arrojado sobre el mundo.
Llega la mañana y todo se va.
La luz del sol ensombrece la tierra.



Para los que están por Madrid, su libro Una breve historia de la sombra (DVD ediciones) se presenta este lunes, en la Librería La Central, Museo Reina Sofía-Edificio NouvelPresentarán Jeannette L. Clariond, traductora de la obra, Jordi Doce y Martín López-Vega.
 
                                            
 

viernes, 27 de marzo de 2009

JOSÉ HIERRO Y ANTONIO MACHADO



Don Antonio Machado tacha un en su agenda un número de teléfono

Borra de tu memoria

este número de teléfono.
2-6-8-1-4-5-6.
Táchalo en tu agenda.
Si ahora marcaras este número que no puede escucharte,
nadie respondería. Este número sordomudo:
2-6-8-1-4-5-6.
Borra, olvídalo, tacha este número muerto:
es uno más, aunque fue único.

Las hojas de tu agenda tienen más tachaduras
que números y nombres.
Ya quedan menos a los que llamar;
apenas quedan números y nombres que te hablen
o que te escuchen: 2-6-8-1-4-5-6.
Haz todo lo que puedas para que se disuelva en tu memoria:
destrúyelo, trastuécalo:
8-6-2-4-1-5-4,
rómpele el ritmo que le correspondía:
4-5-2-6-1-8-4,
ya no lo necesitas,
no necesitas esos números, esos nombres o sombras.
2-6-8-1-4-5-6:
«¿Está Leonor?»
Y suponiendo que alguien te responda,
será otra voz la que responderá.
Baraja el número, confúndelo, desordénalo.
Así: 1-4-2-5-6-8.
«¿Está Guiomar?»
Baraja números y nombres, barájalos,
sobre todo los nombres:
«¿Está Guionor?» «¿Está Leomar?»
Silencio.
Olvida, tacha, borra, desvanece
esos nombres y números,
no intentes modelar la niebla.
resígnate a que el viento la disperse.

¡Colinas plateadas...!


(JOSÉ HIERRO, AGENDA, 1991)

jueves, 26 de marzo de 2009

LUIS BAGUÉ ESCRIBE SOBRE "PEQUEÑOS CÍRCULOS"

Poemas del extrarradio

 Con «Pequeños círculos», Alberto Santamaría (Torrelavega, 1976) avanza en la dirección anunciada en sus anteriores entregas poéticas –«El hombre que salió de la tarta» y «Notas de verano sobre ficciones del invierno»–, al tiempo que ensaya nuevas líneas de fuga. «Pequeños círculos» es un libro concebido desde el mismo paisaje que describe, y en el que la experiencia visual del sujeto se encarna en la realidad representada. Así lo indica el autor en la «Nota final»: «Este libro fue escrito frente a una fábrica, una enorme acería a las afueras de una pequeña ciudad del norte. Esa mole ennegrecida, de metal y piedra, ha sido mi paisaje privado mientras escribía; lo que latía, como un dinosaurio, al otro lado de la ventana». Su indagación estética, sin embargo, va más allá de la imagen múltiple postulada por el Creacionismo para cristalizar en una percepción simultánea –y simultaneísta–del mundo, donde la periferia de la mirada es tan importante como el centro de la contemplación. «Pequeños círculos» se estructura a partir de símbolos reiterados que alcanzan la categoría de emblemas subjetivos o accidentes geográficos en la cartografía particular del personaje. La atención a los objetos, depositarios de lo fugaz, se extiende en este caso al territorio del extrarradio industrial, que permite una reactivación del tópico de las ruinas. Los cristales rotos, las montañas de hojalata o los «colchones con demasiadas historias» se acumulan en los versos hasta proporcionar una imagen invertida de la realidad, según se expresa en «La magia II»: «Este panorama cero parecía contener / ruinas al revés». La organización del libro en círculos concéntricos favorece la aparición de otros ejes temáticos que se superponen al anterior. Algunos poemas recrean estampas de tedio cotidiano, añaden retazos al autorretrato fragmentario o sugieren en unas pocas pinceladas un escenario, una trama o un relato. En este ámbito destacan la contemplación especular de

«Anécdota del hotel» y la lección sobre la «vanitas» de «Anécdota barroca». Por su parte, otras composiciones incorporan a un personaje externo, el filósofo, que anota las mutaciones del paisaje y toma apuntes para un «ensayo sobre la belleza pasajera». Este tratado sobre la fugacidad recurre, de manera sistemática, a la ironía y a la intertextualidad. La primera resulta visible en la habitual ruptura de las expectativas, así como en determinados títulos: «Los Castrati han vuelto para hacer de las suyas» o «Contarlo es fácil (La tristeza fragmentada de un actor de teletienda)». La segunda ofrece una reinterpretación, en clave cultural, de las conexiones entre el yo y el mundo. Las citas de Jonathan Franzen, Luis Felipe Vivanco o Carlos Martínez Rivas diseñan un complejo mosaico referencial. Santamaría concibe el entramado textual como un «teatro de operaciones» en el que experimentar con las posibilidades representativas del lenguaje, las formas de la narración y la prosodia del discurso, que se adensa hasta los límites de la prosa o se disgrega en una disposición estrófica atomizada. Ejemplo de este planteamiento son metapoemas como «La cena (En el poema)», que compara los útiles del pintor y del escritor; «Grietas», que reconoce las fisuras de sentido que interrumpen la lectura lineal, o «Diario», que elabora una teoría de la relatividad del significado. En suma, «Pequeños círculos» desplaza el foco de atención hacia aquellas parcelas desatendidas de la realidad. El intento de suturar la brecha entre lo imaginario y lo existente requiere una subversión de los patrones tradicionales de lectura. Ante la imposibilidad de dar cuenta del universo, Santamaría opta por insinuarlo, porque «quizá explicar / sea el verbo / menos útil / de nuestra lengua». He aquí, por tanto, un libro exigente, pero que no defraudará a quienes sientan la tentación de levantar «la peluca de las cosas». Tras ese gesto se oculta una nueva definición de lo sublime.


Luis Bagué Quílez, suplemento "Arte y Letras" del diario alicantino INFORMACIÓN, 26 de marzo, 2009.


miércoles, 18 de marzo de 2009



















Para el que esté por el norte, este viernes, día 20 de marzo, a las 20 horas, en la librería Gil de Santander, presentamos el último libro de poemas de Enrique Cabezón, publicado por la editorial Eclipsados. Aquí os dejo un poema:


Yo soy el hombre caldeo
el hombre chino
el egipcio
de alguna manera el hindú
y ahora que el daño es irreparable
vengo a la desesperada
millones de años de posos en mi sangre
busco limpiar al sol mis impurezas
borrar las huellas de mi carne
en el agua fresca de los ríos
en el cálido abrazo de la arena
en la descomposición de una masa sólida
en partículas que forman
nuestro milenario fango
y comer
quién sabe
alimentos menos corruptos
palabras sanadoras

sábado, 14 de marzo de 2009

PARA JOSÉ ANTONIO PADILLA

A la vuelta de Valladolid me esperaba una terrible noticia: la muerte, con 33 años, del poeta José Antonio Padilla. Hace unos meses recibí un correo suyo comentándome la noticia de su enfermedad. No sospechaba este desenlace. La verdad es que ha sido un duro golpe. Un buen tipo y gran poeta. Cuántos poemas se habrán quedado sin convertirse en letra. "Nadador" en más de una ocasión, he vuelto a su fantástico libro Noches áticas, (Eda, Málaga, 2007). Dejó aquí como mínimo homenaje, uno de sus poemas:

NO HAY OTRA FORMA DE VIVIR

Como el que cuenta rayos en una noche de tormenta
y sabe que todo está escrito.

Como el que se asoma al último puente del mundo
en el último día de su vida
y sabe que no hay más luz que la de unos ojos.

Vivir así.
Como quien mira sin preocupaciones
y sabe
que a un día monótono
le sucede otro inolvidable.


En el último número de Nadadora nos dejó estos aforismos: 

En agosto, los mitos no son válidos.

*

Ya sabes: cuando las raíces tienen dolor, las flores tienen artritis.

*

Todo lo que tiembla es algo que ya ha temblado.

*

Los límites de la posmodernidad van más allá de las alambradas.

*

Recorro tu claridad y voy devolviéndole memoria a mis eclipses.

*

Síntesis o secuencia, espejismo fiel: impura sombra.

*

También las palabras son un instrumento financiero.

Las cuevas están llenas de aire fosilizado.

 

*

Bergamín: escritor en bruto.

 

*

El estilo no es una suma de cortinas.

*

En la teatralidad de las formas no hay fondo. 







sábado, 7 de marzo de 2009

2 CITAS

10-12 de marzo. Versátil.es IV Festival de la palabra. Valladolid. El programa completo aquí.




















17 de marzo a las 18 horas. Conferencia en la UNED (Santander),  bajo el título de Aproximaciones a una filosofía del asco. 

lunes, 2 de marzo de 2009

PASADO MUSICAL, LES VULNERABLES


 
El viernes por la noche alguien recordó mi pasado musical. Mi fugaz paso por el mundo de la música. Durante la segunda mitad de los años 90 formé parte del grupo Les Vulnerables (tocaba el bajo). La verdad es que no sonábamos mal. Tocamos por varias salas del país, por aquí y por allá. Luego grabamos un par de maquetas y por fin nuestro primer disco que grabamos en 1997 en los estudios Odds de Paco Loco, en Gijón. Sí, era en plena fiebre Xixon Sound, aunque nosotros éramos de Santander. El disco no sonaba mal. Una pequeña compañía puso el dinero, el disco comenzó tímidamente a sonar en radio 3 y a distribuirse y luego comenzamos a tocar en muchos sitios. Pero pronto llegó el mazazo en forma de denuncia. No lo he dicho, pero fuimos tan idiotas como para llamar al disco "RitaIrasema". Sí, como la singular hija de Miliki. Así que ésta nos denunció tras coincidir nuestro concierto en no sé qué ciudad con el circo del arte, y ver los carteles. La denuncia nos destrozó: retirada de copias del mercado, prohibir tocar en directo ese disco... Todo, al final, se fue a pique. La verdad es que luego nos dedicamos a otras cosas, algún día quedábamos para tocar, pero ya no era lo mismo... Hacia mucho que no recordaba aquella época tan divertida... Así que como las nuevas tecnologías lo permiten, y a petición de unos cuantos, dejo aquí algunos temas:


viernes, 27 de febrero de 2009

ELENA MEDEL SOBRE PEQUEÑOS CÍRCULOS, CALLE 20


Pequeños círculos, poesía que peina 'la peluca de las cosas': sobre cómo una reunión de imperfección desemboca en la existencia ideal

El recuerdo del «sonido gaseoso» del cuerpo de una vecina suicida estampándose contra la acera se amplifica, años después y «en la única mesa libre del restaurante», al coincidir en el oído con el «sonido seco y doloroso como una botella de champán barato al ser abierta». Alberto Santamaría (Torrelavega, 1976) ata cabos en un poemario de riesgo que combina la reflexión metafísica con la expresión posmoderna, atiende a los deseos de Rimbaud y es «absolutamente moderno».

Creador ante todo, pero también filósofo, ensayista, editor literario y coordinador de la revista Nadadora —sí, por Family—, Santamaría combina citas de Hellacopters y Lou Reed con referencias de Luis Felipe Vivanco, José Hierro y Samuel Beckett. Una mezcla explosiva, en apariencia, que nos refresca igual que un cóctel en el chiringuito: si todos estos elementos se han incorporado a nuestra rutina, ¿por qué no plasmar todos sus ecos en los poemas?



Un bodegón de fruta que se pudre

Sin prejuicios, sin plantillas, hablábamos de pensamiento, y Alberto Santamaría —ganador con este trabajo del Premio Ciudad de Burgos, que ya había distinguido a autores tan distintos a todos y entre sí como Jordi Doce, Marcos Canteli o Agustín Fernández Mallo— arma en Pequeños círculos un poemario sobre lo excéntrico. «Varios son los lugares de este libro», nos indica la nota de contraportada, que «carece de un tema central o, más bien, su tema son las afueras».

Santamaría se ocupa de aquello que, por mínimo o secundario, nos pasa desapercibido: añade el subtítulo (La tristeza fragmentada de un actor de teletienda) al poema Contarlo es fácil, una naturaleza muerta sobre el fracaso, casi bodegón de fruta que se pudre; se detiene en la visión del espejo de un hotel, y la certeza de que nos aseguramos de su existencia porque nosotros vivimos, y estamos, y lo vemos, y entonces «donde hay espejos es inevitable la vida»; o, de nuevo las conexiones, «el café asciende por el filtro haciendo un ruido similar al del fin del mundo».

Pequeños círculos nos intuye un apocalipsis feliz, «Just a perfect day / Drink sangria in the park», se cierra el poemario. «Si no entiendes algo, puedes hacer que signifique / cualquier cosa», invita el autor, un raro entre sus coetáneos, un poeta que no se parece a nadie, y cuya afinidad electiva más cercana pudiera ser Antonio Luque; y es que el poema Me gustaría conocer cartas íntimas de Falla es puro
Sr. Chinarro.

Mientras nos despierta el sonido de las trompetas de Jericó, pensamos con Alberto Santamaría. Profundidad de campo unas veces con carga narrativa, otras con verso quebrado, pero una poesía que en todo momento tiene los dos pies en la arena: «Deberías haberme visto leyendo a Marx / cuando agosto / divide a los hombres en toallas / y huellas / y las mujeres agotan su calor / en el tierno / infierno / de una naranja».

miércoles, 25 de febrero de 2009

SOBRE PEQUEÑOS CÍRCULOS


Agustín Fernández Mallo escribe en su blog sobre la aparición de Pequeños círculos.  Habla de la relación del libro con el paisaje industrial del que surge. Desde la habitación en la que escribí buena parte del libro se ve algo así:


Y justo al lado, en un día más claro:





sábado, 21 de febrero de 2009

PREMIO DARWIN, 2008


Se me olvidaba. Como cada año se falló el premio Darwin a las muertes estúpidas del año. Este año destaca la muerte de Adelir Antonio de Carli. Ésta es la noticia oficial: "El sacerdote Adelir Antonio de Carli, de 42 años, murió cuando intentó volar atado a mil globos de cumpleaños inflados con helio desde la ciudad de Paranaguá, estado de Paraná, al sur de Brasil, con destino a Dourados, Mato Grosso do Sul, cerca de Paraguay . El día estaba nublado y a poco de despegar se internó en las nubes y nunca más se le vio. Llevaba un transmisor para comunicarse con la gente de tierra y un GPS , pero las baterías del transmisor se le acabaron rápidamente porque había olvidado ponerlo a cargar la noche anterior y el GPS nunca aprendió a usarlo. En la última comunicación que se le recibió decía que no sabía como se usaba el GPS. El cuerpo del sacerdote fue encontrado el 3 de julio, más de dos meses después de su "despegue", en alta mar, por un remolcador de la empresa brasileña Petrobras a 100 kilómetros de la costa de la localidad de Maricá". Hay documentación gráfica: 

domingo, 8 de febrero de 2009

ALEXIS DE TOCQUEVILLE, QUINCE DÍAS EN LAS SOLEDADES AMERICANAS.


Alexis de Tocqueville, Quince días en las soledades americanas, Barataria, Barcelona, 2005

En 1831, Alexis de Tocqueville se embarca con su amigo y compañero de la carrera judicial Gustave de Beaumont camino de Estados Unidos. Quince días en las soledades americanas es un apunte vital y evocador de una extraordinaria frescura que nos permite asistir al proceso de colonización estadounidense. En este caso no el de las praderas del medio Oeste, popularizado y mistificado por el cine, sino el de los inabarcables bosques de la región de los Grandes Lagos. En estos párrafos Tocqueville nos presenta un retrato en el que se entrelaza el proceso de construcción de la sociedad estadounidense con la inexorable destrucción tanto del entorno natural como de las tribus indias que desde antaño lo habitaban. Fascinado por las tierras vírgenes, admira sin embargo el titánico empuje de los pioneros. Se trata de un texto teñido de nostalgia y de un cierto fatalismo en el que se traslucen ya temas radicalmente contemporáneos, como esa preocupación tan actual por la fragilidad de la naturaleza o por la enorme capacidad del ser humano para transformar su entorno.

Un libro, un viaje prionero en eso de recorrer los desiertos americanos. El espíritu del lirbo lo resume así Tocqueville: "Todos los americanos quieren que recorramos las más bellas carreteras y los settlements más antiguos. Nostros preferimos la wilderness y los salvajes, pero no nos atrevemos a confesarlo". ¿De alguna manera será el precedente directo de los viajeros del land art?

martes, 27 de enero de 2009

CUBATAS Y CHAVALAS

Los Salvajes, ese gran y mítico grupo español de lo sesenta, notablemente infravalorado, dejaron una de las mejores perlas del casticismo rock. Preguntados por la clásica relación drogas y rock and roll, ellos, bajo sus gruesos bigotes, respondieron que jamás habían consumidos drogas, aunque eso sí, "cubatas y chavalas, los que quieras".

STASI SECRET ROOMS





Se ha dado la curiosa coincidencia estos días de que la lectura del último libro traducido al español del filósofo alemán Boris Groys, Obra de arte total Stalin, se haya cruzado con la asombrosa y lúcida exposición Stasi secret rooms de Daniel & Geo Fuchs, que hasta finales de febrero se puede disfrutar en el Museo de Bellas Artes de Santander. En ambos casos se entrelazan dos elementos que en la historia contemporánea de los totalitarismos han permanecido unidos: estética y política. Como bien destaca Groys, el mundo que la Revolución de Octubre en Rusia proponía “no sólo debía llegar a ser más justo”, sino que “debía de llegar a ser bello”. Y la belleza exigía orden. Estas ideas son las que parecen recorrer las salas del museo. Imágenes de una belleza ordenada y política de gran hondura. Imágenes que como afirmase De Chirico nos presentan una tragedia de la serenidad, un silencio que parece esconder algo terrible. Un secreto.
El Ministerio para la Seguridad del Estado o Stasi se fundó en 1950 en la antigua RDA. Funcionó como servicio de espionaje interior y exterior y órgano instructor para delitos políticos, pero sobre todo como un aparato de represión y vigilancia por el partido en el gobierno contra los ciudadanos de la RDA críticos con el sistema. La Stasi, que tras la caída del Muro de Berlín y de la reunificación de Alemania, fue disuelta, tuvo casi 90.000 trabajadores titulares y 170.000 colaboradores no oficiales, sobre una población de 16 millones de ciudadanos de la RDA. La pareja Fuchs durante dos años viajó a través de la antigua Alemania del Este recopilando imágenes sobre lo que habían sido las salas de interrogación, las prisiones y otros muchos espacios que usaba la 'Stasi'. Quince años después de la caída del Muro de Berlín, Daniel & Geo Fuchs, localizaron los restos de la estructura física de la Stasi, su aparato de espionaje doméstico y exterior y sus prácticas intimidatorias.
Las imágenes que se hallan durante el viaje y las que aquí nos muestran dejan a las claras una extraña belleza, inquietante sobre todo. Las obras se suceden por las paredes como un documental que nos mostrase un lugar en el cual el tiempo se ha detenido. Aparatos antiguos, sillas, archivos, habitaciones, teléfonos… Todo nos transporta a otra epoca, con un eco siniestro y asombroso. Una gran exposición que merece ser visitada una y otra vez.

(Publicado el 27 de enero en el diario El Mundo, ed. Cantabria)

jueves, 22 de enero de 2009

LA PELUCA DE LAS COSAS

LA PELUCA DE LAS COSAS. LO IGNORADO

Pero lo ignorado también existe en sus pequeños actos. Se trata
de no volver con las manos vacías, por eso traemos vino
y algo de queso para la cena; miramos el rastrillo
que junto a la puerta tienta nuestros dedos, la barba del cartero
que se espesa casi blanca a la altura de la barbilla; medimos nuestra distancia
hasta el cubo lleno de leche
sobre el que un hongo de humo asciende —niebla
que atrae al alto hocico del invierno—. Nos llevamos el vaso a la boca
que luego volveremos a colocar sobre la mesa
con la marca lechosa del sorbo en su filo. Es algo más
que la aparente variación de un músculo. En los márgenes
siempre hay vida, como ves. ¿Quién guardará entonces nuestro secreto
ahora que hemos perdido los billetes de vuelta?
Nada en este lugar nos es familiar. Ni la luz que exagera
sus límites, ni el timbre metálico del carnicero
que afila sus cuchillos alejado ya de su presa. Nada. (No te preocupes,
estás a salvo,
la ola de secuestros no te afectará a ti que comercias
con pequeñas lagartijas de cobre. Pero ¿quién es toda esta gente
que respira dentro de un enorme signo de interrogación?)

Oye, preguntas mientras descifras el número exacto de tu asiento,
¿sabríamos vivir en una ciudad tan común como esta?


(Este poema forma parte de Pequeños círculos, libro que aparecerá en breve en la ediotiral DVD ediciones)

domingo, 11 de enero de 2009

DOS POEMAS DE HENRI COLE



EL ROSA Y EL NEGRO

El mar una copa de negro licor de arándanos.
El cielo de color rosa observándome con tristeza.
La mano que fue mía, inmóvil,
entre episodios de un relato.
El sonido absorbente bajo el agua respirando, escupiendo.
Las burbujas de limo rielando en el mar.
La forma cambiante que llamamos hombre, alzándose liberada,
toda nariz y labios tras un cristal.
Las aletas fluorescentes golpeando contra la piedra caliza
como un abanico español en unas perlas.
Los cuerpos flácidos de los tentáculos rosados, abatidos,
en filas perfectas, colgados del cinturón.
La roca nacarada sobre la que nos sentamos.
La cara adormilada que me miraba.
Los pies cruzados.
La nube entintada, como la secreción de un pulpo,
alejándose en lo alto.
El sol una mezcla blanquiaguada.
La delicada red de ganchillo donde dormían los erizos de mar.
Las grandes púas del que capturé.
El machete, afilado como las palabras de un cura, cortando, cortando.
El intratable mar calmándose y calmándose.
La espalda metálica de algo que escapa,
entrevisto bajo las sombras.
He estado tan solo, hambriento como una serpiente.

AUTORRETRATO CON OJOS ROJOS

Durante todo nuestro affaire de once años,
que se deshizo en actos de placer hasta la muerte
que ahora reconozco como amor, y que luego
siguen orbitando en los sueños más profundos,
en los cuales la memoria, motor de todo,
se regenera, no me importó nada
la vida fuera de las paredes de nuestra habitación.

La mano que borra escribe lo que es real,
y en ello estoy. Amé la vida y ahora veo
que fue una debilidad. Amé los pequeños
nacimientos y muertes que nos ocurren cada día.
Incluso la blanca saliva en tus dientes sensuales
fue espuma del amor, diciéndome: no es cierto,
después de todo, que nunca fueras amado.

(Estos dos poemas de Henri Cole forman parte del libro La apariencia de las cosas, publicado por Quálea editorial recientemente. La traducción es de Eduardo López Truco. Un libro magnífico)