martes, 30 de diciembre de 2008

AGOTAR UN LUGAR

Un pequeño texto de mi admirado George Perec lleva por título Tentativas de agotar un lugar parisino. Perec se sienta en un café de la plaza de Saint- Sulpice y se propone anotar todo lo que ve, como si tuviese una larga y pegajosa lengua de reptil que se alimentase de los pequeños sucesos que pudiesen aparecer ante él. Su objetivo es volcar esos sucesos sobre la página. Escribe: “Mi objetivo en las páginas que siguen ha sido más bien describir el resto: lo que generalmente no se anota, lo que no se nota, lo que no tiene importancia: lo que pasa cuando no pasa nada, salvo tiempo, gente, autos y nubes”. Hoy imito a Perec, sentado en el café de una plaza de mi ciudad. Vale, no es París, y quizá por eso sea aún más infraordinario. El camarero lleva un pin. Pasa el 12 camino de un centro comercial. Una niña camina con los cordones desatados. Una bolsa se arrastra por el suelo como un animal moribundo. Pasa el 5. Ha llovido. Nadie en esta ciudad sabe coger los bajos del pantalón, dice una señora a otra. Son feas y sin gracia. El músico eslavo se coloca la solapa de su chaqueta. Con desgana extrae de su funda un viejo saxofón. Alguien corre con un maletín en la mano. Una pareja se sienta a mi lado. Una paloma gris y coja picotea el suelo como si alguien pudiese responder al otro lado. La sociedad de medicina estética previene contra el botox coreano, leo en el periódico abierto que tiene una chica en la mesa de al lado. Otro autobús circula lleno de turistas con viseras amarillas. La segunda peor frase que un amigo le puede decir a otro, dicen dos en la mesa de al lado, es “me he tirado a tu madre”, y ¿la primera?, sin duda: “me he tirado a tu padre”. Proctólogos sin licencia, leo en otro periódico. Una chica se levanta y se va. Dos jóvenes, bobas y distraídas, se buscan en el reflejo del escaparate mientras caminan. Un viejo se sienta a mi lado. Pide café. Su aliento es de un espesor gaseoso poco definible. Se le riza el pelo sobre las orejas. Un cabello de un blanco enfermo que amarillea en las puntas. Su nariz es gorda y pesada, de un feo grosor borbónico, como si la nariz roja de un payaso estuviese a punto de estallar. El viejo de nariz borbónica me pregunta qué escribo. Son las dos menos cinco. Las palomas reposan sobre la cornisa del edificio, tristes y monógamas. Un claxon. Levantan el vuelo todas al mismo tiempo.


(Publicado el 27 de diciembre en el diario El Mundo, ed. Cantabria)

lunes, 22 de diciembre de 2008

A PUNTO DE MORIR

Llamémosle A.S. Mi amigo A.S. parece que se aburre, así que una tarde se pone sus peores ropas y se apunta a una terapia de grupo. Tras meditarlo se apunta a la terapia destinada a personas que van a morir. Días, semanas..., lo justo para decir adiós. Se trata de que cada uno cuente su historia, de que cada uno aprenda de los demás a despedirse. Mi amigo A.S. no tiene escrúpulos. Mi amigo A.S. es un verdadero cabrón. Se cuela en la sala, sin más, una tarde de lluvia. Allí está la ama de casa que durante años ha ocultado un enorme bulto que crecía en su vientre por no molestar a su familia. Lleva la foto de sus hijos en el regazo. Está la joven quinceañera con una peluca tipo Cindy Lauper cuya leucemia le ha consumido por completo la vida y sus proyectos. Está el fumador que ha convertido sus pulmones en un zumo negro y peligroso. Está el viejo profesor universitario acompañado de una bombona de oxígeno. Está la viuda de ojos claros con un cáncer que le devora los ovarios. “Somos repulsivos”, piensa. Nada más empezar, el terapeuta, feo y ceceante, les dice que no se sientan culpables, que han de vivir felices este tránsito, que son como gusanos de seda que pronto comenzarán otra vida como mariposas. A.S. mira a sus compañeros. A.S. tiene ganas de levantarse y darle una buena paliza. Esa gente se muere y él les habla de mariposas… Luego juegan al macabro juego de las risas, es decir, reír sin parar. La escena no puede ser más sórdida. Se trata simplemente de reír, de reír lo más fuerte posible, lo más atronador posible. Sus risas anuncian la muerte. Sus bocas deformadas, sus gritos desbocados, sus dientes ennegrecidos. Ríen. Cuando acaba la sesión todos se despiden con un fuerte abrazo. ¿Quiénes volverán a la próxima sesión? Es una incógnita. Más allá de eso lo que descubre A.S. es otra cosa. Algo sorprendente. En el fondo, lo que quiere la gente que acude a estas terapias moribundas, después de tanta palabrería que sirve sólo para esconder el hecho de que estás acabado, es echar su último polvo. Así de simple. A.S. se lo hace con la quiceañera, con la ama de casa, con las divorciadas, con las latinas desahuciadas. Quince días más tarde A.S. ha follado más que en dos años, A.S. ha cumplido todas sus fantasías. Nadie lo esperaba.
El terapeuta hoy ha descubierto a A.S. Lo ha expulsado. Durar no es siempre algo bueno.

(Publicado el 21 de diciembre en el diario El Mundo, ed. Cantabria)

jueves, 18 de diciembre de 2008

EL SECRETO DE LAS FIESTAS

Desde que lo leí, siempre me ha impresionado este comienzo de El secreto de las fiestas, de Francsico Casavella. Un verdadero poema:

"Soy un raro de concurso. Un ni por qué, ni para qué, ni dónde. Una tostadora y una cafetera soy. No de los que van con el embudo en la cabeza. Tampoco un raro de esos mayores que se ven en los futbolines con la boca pegada a la oreja de los chavales, que les invitan a una Fanta. De esa clase de raros no soy, porque ahora soy mayor, pero no mayor, mayor. Mi rareza es de marciano en misión especial a la tierra, que disimula el día entero, todos le siguen mirando y el marciano no sabe por qué, y resulta que le miran porque es verde. Soy raro como una vaca jugando al millón. Y digo bien lo que estoy diciendo, porqué sé de vacas y al millón domino. Además, en esto de la rareza he conocido a unos cuantos raros muy raros y puedo comparar."

Y también La banda trapera del río, punks antes del punk. Eduación sentimental. Ignoro la relación entre ambos hechos.


miércoles, 17 de diciembre de 2008

ME GUSTA

llegado el final del año recuerdo viejas canciones y cómo me gustaban (y gustan)

"punk rock eres tú mi gran llorón" (Allen Ginsberg)

Mudhoney, 15 años después como la primera vez:

LA INCOMPARABLE BELLEZA DE UN DESGUACE.

(lo que veía desde mi ventana)








domingo, 14 de diciembre de 2008

LOGARITMO, DE ANTONIO BOTÍN POLANCO EN QUÁLEA EDITORIAL

“Y es que el lazo de la corbata es la venganza del pisaverde frívolo sobre la gente seria que acumula riquezas. En nuestra civilización burguesa se da el caso de que hombres salidos de la miseria aprenden a fundar Bancos y Sociedades anónimas, convirtiendo al mundo en su presa. Pero no aprenden nunca a llevar la corbata del frac o del smoking de una manera perfecta. Quizá el lazo de la corbata de esas gentes es un símbolo de sus vidas, el dogal con que han estrangulado a tantos, sin piedad y sin maneras”. Quien esto escribe, no es un hombre ajeno a ese mundo de bancos, muy al contrario. Quien esto escribe se llama Antonio Botín Polanco. Quizá no suene demasiado pero en los años treinta escribió y publicó en Espasa-Calpe sus novelas, participaba en la tertulia de Pombo y era un hombre cercano a la Revista de Occidente y, por tanto, a José Ortega y Gasset. Botín Polanco, además, forma parte de esa ilustre familia de banqueros que fundaron el Bando de Santander. Sin embargo, él nunca formó parte de esos negocios. Permaneció al margen siendo un vividor "de novela": de Santander a San Sebastian, de San Sebastian a Biarritz, de Biarritz a Montecarlo, y vuelta a empezar. Un extraño personaje. El fragmento que he transcrito arriba forma parte de su mejor novela Logaritmo (1933), una sátira de los personajes más snob de los años treinta. Acabo de preparar su edición para una nueva editorial que nace con fuerza. Su nombre es Quálea editorial. Allí podréis leer el prólogo, así como el inicio de la novela.

Antonio Botín Polanco nació en Santander en 1898. Realizó sus estudios en Madrid donde se trasladó a vivir, aprobando el bachillerato y la carrera de Derecho. Amigo de tertulias, muy pronto se integró en la vida intelectual madrileña y comienzó a colaborar en la prensa, cultivando una gran amistad con Ramón Gómez de la Serna. Durante la etapa entre 1928 y 1934 escribió varias novelas, como La divina comedia, Él, ella y ellos, Virazón, Logaritmo y Peces Joviales. También es célebre su Manifiesto del humorismo (1951), donde resume sus ideas estéticas. Murió en Madrid en octubre de 1956.

sábado, 6 de diciembre de 2008

J. G. BALLARD, SIEMPRE GRANDE

Yo quería que [la revista] Ambit diera más cabida a la ciencia, pues la ciencia estaba cambiando el mundo, y menos a la poesía. Cuando me preguntaban cuál era mi política como supuesto editor de Ambit, contestaba: deshacerme de la poesía. Duespués de conocer al doctor Christopher Evans, un psicólogo que trabajaba en el Laboratorio Nacional de Física, cerca de Shepperton, le pedí que colaborara en la revista. Publicamos una extraordinaria serie de poemas generados por ordenador, que según Martin eran tan bueno como los auténticos. Yo fui más allá: eran auténticos.

J. G. Ballard, Milagros de vida, p. 180.

lunes, 1 de diciembre de 2008

ADIOS, esta vez sí se llevan al que está encima del caballo


Parece que esta vez es de verdad, parece que por fin se van a llevar la estatua de la plaza del ayuntamiento de Santander... (ahora hay que limpiar la ciudad de calles generales molas, división azul, carlos haya, y un largísimo etcétera)